Civil

Ayuntamiento

Se trata de un original ejemplo de arquitectura historicista. Fue construido por el arquitecto Quintillán y Lois a finales del siglo XVIII, y modificado en su fachada en 1.839.

Cuenta con una fuente de agua potable en su interior (Fuente de la Cárcel). La fachada, de casi veintinueve metros, está compuesta por una galería de soportales, separados por pilastras, y coronado por un frontón, todo ello enmarcado por dos torres almenadas, símbolo del poder municipal.

En el Interior, el salón de sesiones, de quince por casi cinco metros, aún conserva su diseño inicial, transportándonos a otra época. Destaca, así mismo, la imponente escalera principal de piedra del lugar.

A su espalda y en planta baja se situó la cárcel, con calabozos para ambos sexos.

Torre de los Enciso

Localizada en el centro de la ciudad, a escasos metros de la Plaza de la Constitución, esta Torre fue construida en el siglo XVI dentro del estilo mudéjar, con cajones de mampostería intercalados con hiladas de ladrillos.

Su carácter defensivo determina la casi ausencia de huecos, salvo la ventana alta y un hueco para salida del puente levadizo que conectaba con la casa anexa, hoy desaparecida. La mayoritaria población morisca suponía una amenaza para los cristianos en caso de sublevación, y por ello se levantaron estas fortalezas particulares adosadas a las viviendas, para poder refugiarse en caso de asedio.

En concreto, esta torre fuerte, la única que se conserva de la época, pertenecía a Celedón de Enciso, escribano de la villa, quien se refugió en ella durante la Sublevación de los Moriscos de 1568, logrando escapar de la persecución. Los sucesores de éste colocaron en 1699 el escudo de armas del linaje en la fachada del edificio, que pasó a formar parte del mayorazgo familiar. Este importante elemento patrimonial ha sido restaurado para convertirse en un museo de sitio sobre el siglo XVI, los Moriscos y la Repoblación Cristiana.

En su escasa superficie, repartida en tres plantas, se encierra la historia de aquélla época. Actualmente contiene también las dependencias de la Oficina de Turismo, siendo su apertura de lunes a domingo y festivos en horario de mañana y tarde.

Plaza de Toros

La enorme afición taurina de la ciudad, cuyas fiestas de toros y cañas están documentadas ya a principios del siglo XVII, hizo que se construyese esta plaza en un tiempo récord de 40 días, siendo inaugurada el 9 de septiembre de 1.956.

Por sus dimensiones y características, se trata de uno de los cosos más importantes y con más solera de nuestra provincia, en el que han lidiado reses los diestros más ovacionados del panorama taurino nacional. Tiene una capacidad de 4.200 espectadores.

Molinillo del Perrillo

La emblemática calle del Agua es una de las vías de más importancia en el casco urbano, ya que articuló su crecimiento en torno a un elemento como el que le da nombre. La entidad de las edificaciones que se ubican en esta calle muestra su importancia: casas historicistas construidas en su mayoría a mediados del siglo XIX, al amparo del florecimiento económico que la ciudad disfrutó, y que dio lugar a una burguesía minera que ha dejado una importante huella de arquitectura decimonónica en el municipio.

Un excepcional ejemplo de este desarrollo burgués es la casa denominada como “Molino del Perrillo”, construida en 1.865 por el rico minero virgitano D. Gregorio Lupión Escobar.

La vivienda, con verdaderos caracteres palaciegos, se rodeó de una suntuosidad inusitada, empleándose en su construcción los mejores materiales del momento, que iban desde la cantería, al estuco de plancha caliente, finas yeserías y escalinatas de mármol, hasta las columnas de mármol negro (de la cantera virgitana de Balsaplata). Desde la planta principal se accede a una amplia azotea con vista al huerto-jardín, que siempre aparece asociado a la vivienda virgitana.

Su cubierta plana constituye uno de los primeros ejemplos locales con esta solución, frente al tradicional uso de tejados en la arquitectura decimonónica local.

Hay que destacar que el color original de las fachadas no sería el blanco que actualmente presenta, sino un rojo pálido que va apareciendo bajo la cal. Aunque no hay duda de que el elemento más señero de este inmueble es la forja de sus rejas, ya que en ella se desbordó la fantasía de sus formas, al igual que su número de puertas y ventanas (se decía que la casa tenía tantas como días tiene el año).

Fuentes de Berja

El agua era, y es, la sangre que vivifica la tierra. Se trata de un legado de siglos que constituye hoy la preciada herencia que preside la historia de Berja y de toda La Alpujarra.

En mayo de 1.805, nueve meses después del terremoto que asoló la Baja Alpujarra, el Ayuntamiento virgitano informó al Rey acerca de la necesidad de reconstruir la población en el mismo emplazamiento y, entre otras razones, expuso la abundancia de fuentes. Identificados con el pensamiento ilustrado, los ediles virgitanos manifestaron claramente que la preocupación por la salud pública y el decoro habían sido determinantes en la construcción de las fuentes, que se realizaron en piedra local con diseños historicistas.

Fueron financiadas con los fondos propios del Ayuntamiento, su construcción coincide con un periodo de crecimiento económico de la zona, ya que a finales del siglo XVIII se inició el laboreo de las minas de Sierra de Gádor (1.790), y el término municipal superaba los ocho mil habitantes (constituyendo entonces la población de mayor tamaño de la provincia, tras la capital)

De esta etapa destacan la Fuente de la Placeta de la Saliva, Fuente de los Dieciséis Caños y la Fuente de Toro. A lo largo del periodo isabelino, mediados del siglo XIX, se volvió a acometer un importante programa de construcción y remodelación de fuentes públicas que, aunque algunas están inspiradas en las neoclásicas, son de menor tamaño y calidad estética. Su construcción obedeció a una triple finalidad: dar trabajo al gran número de trabajadores en paro como consecuencia de la crisis minera, abastecer a zonas anteriormente olvidadas y permitir un mejor aprovechamiento del agua para riego. A esta etapa pertenecen las siguientes fuentes: la de la Cárcel, la del Perrillo y la del Teatro (desaparecidas), y la de Don Emilio.

La existencia de alrededor de treinta repartidas por el municipio hace que se dividan en dos categorías: urbanas y extraurbanas. Esta distribución territorial de las fuentes, unida a la belleza de estos monumentos y sus entornos, han hecho que se lleve a cabo la llamada “Ruta de las Fuentes”, un itinerario para admirar estas obras.